La virtud es un concepto que ha intrigado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Una cualidad admirable que nos conduce hacia el bien, la justicia, la verdad y la belleza. En la cultura griega se le atribuían características divinas, mientras que en el mundo cristiano ha sido siempre una herramienta indispensable para llegar a la santidad.
En la Biblia, la noción de virtud está estrechamente ligada a la realización personal, la excelencia, la bondad y la moralidad. La virtud es, en resumen, la disposición de la persona para obrar de acuerdo con lo que es correcto, bueno y justo. En el texto sagrado encontramos diferentes términos que hacen referencia a la virtud, cada uno con características únicas y propias.
La Virtud en el Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento, el término que se utiliza para hablar de la virtud es “Arete”, que significa “capacidad” o “habilidad”, con un sentido de rectitud. En el AT las virtudes se entienden como una plataforma ética que orienta la búsqueda de una vida feliz encaminada al cumplimiento de obligaciones morales, tratando de buscar la santificación basada en la unión con nuestro Señor y a través de sus mandatos divinos, escritos y orientados en la Biblia.
Durante la historia bíblica de los Judíos, Moisés escogió a varones virtuosos para que le ayudaran a juzgar al pueblo de Israel. Algunos de estos hombres virtuosos fueron Josué, Caleb, Otniel, Gedeón, Samuel y Daniel. A su vez, la sabiduría en el Antiguo Testamento está muy relacionada a la virtud, así como también el carácter, la disciplina, el valor y el autocontrol se consideraban virtudes valiosas.
En Proverbios 31:10 se describe a la mujer virtuosa como la corona de su marido y se enumeran sus excelencias. En este pasaje se destaca la celebración de la mujer virtuosa y se señalan las numerosas cualidades que la hacen serlo, como el trabajo incansable, la habilidad para administrar bien los recursos, la creatividad y la sabiduría.
La Virtud en el Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento, el término “Arete” se traduce como “excelencia” y se refiere a las virtudes cristianas. En 2 Pedro 1:5, encontramos que la virtud es un efecto de la fe en acción. A su vez, en 1 Pedro 2:9, los cristianos son “pueblo adquirido por Dios” con el objeto de anunciar “las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
Las virtudes cristianas se dividen en dos: Virtudes Naturales y Virtudes Sobrenaturales. Las Virtudes Naturales se adquieren mediante la repetición constante de actos buenos. A su vez, se dividen en Dianoéticas o intelectuales y Morales. Las Virtudes Cardinales son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la temperancia. Las Virtudes Sobrenaturales son la fe, la esperanza y la caridad.
Las virtudes Cristianas
La caridad se considera como la reina de todas las demás virtudes. Todas las virtudes cristianas derivan de la caridad como de su fuente y raíz. La fe, la esperanza y la caridad son las tres virtudes teologales que se refieren a la relación con Dios y corresponden a la vida en Cristo por medio de la fe, la esperanza y la caridad.
La fe es creer y aceptar todas las verdades reveladas por Dios a través de la Biblia y la Iglesia. La esperanza es la confianza firme y asentada en Dios. La caridad es el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.
Las virtudes morales se clasifican en torno a las Virtudes Cardinales, que son prudencia, justicia, fortaleza y temperancia. La prudencia es la capacidad de discernir las acciones correctas en situaciones difíciles. La justicia indica un carácter justo, tanto en el trato con los demás como en la forma de comportarse. La fortaleza se refiere a la valentía y el coraje. La temperancia se refiere al autocontrol y la moderación ante las emociones, pasiones y necesidades físicas.
La Importancia de las Virtudes en la Biblia
Las virtudes cristianas deben ser lo que llene la mente del cristiano. Todas las virtudes tienen en común una disposición hacia algo, por lo que todas ellas son actitudes por excelencia. Así, la importancia de las virtudes para el creyente radica en su capacidad para obrar y pensar correctamente.
En alegorías bíblicas, las virtudes son personajes que representan el ideal de la vida cristiana. Estos personajes representan los valores, las actitudes y las prácticas necesarias para vivir de manera coherente y eficaz el mensaje evangélico.
En la Biblia, las virtudes no son presentadas como temas filosóficos abstractos, sino como ideas concretas que se relacionan entre sí y con la vida diaria del creyente. Por otro lado, la gracia de Cristo sana y eleva la naturaleza humana, lo que permite una vida plena y la práctica constante de las virtudes.
La Virtud como herramienta moral
La virtud se convierte en una verdadera base moral para analizar las características y personalidad de las personas. Las virtudes son una herramienta divina que tienen como fin el ayudar a los hombres a convertirse en personas mejores y así acercarse a Dios.
El mensaje evangélico orienta todas las virtudes, hacia la perfección de las bienaventuranzas y del mandato del amor. En el Evangelio se muestra cómo la práctica de las virtudes es posible gracias a “la caridad que viene de Dios” y a Cristo “camino, verdad y vida”. Así, las virtudes cristianas toman un sentido más profundo, una realidad que lejos de ser un simple anhelo, es una herramienta para llevar a cabo la voluntad de Dios.
Las virtudes en la cultura
En las sagradas escrituras se nos enseña que ciertas cualidades como el valor o la disciplina, así como la empatía, perseverancia, humildad y lealtad han sido consideradas históricamente como virtudes. La virtud se convierte en una plataforma ética que orienta la búsqueda de una vida feliz encaminada al cumplimiento de obligaciones morales.
En ciertas partes del Antiguo Testamento también se pueden notar la influencia e incluso cercanía griega en los textos bíblicos en donde términos como la justicia o prudencia y fortaleza habían sido utilizados por Platón para caracterizar algunas virtudes.
No obstante, también existen virtudes que no tenían nada que ver con el entonces pensamiento griego. En la Biblia se dan ejemplos de virtudes que no eran consideradas virtuosas en la filosofía clásica, en donde cualidades como la humildad, misericordia o penitencia eran ignoradas.
La virtud en la actualidad
En la actualidad, la virtud se mantiene como una guía de conducta importante y necesaria en la vida cotidiana del ser humano. La moralidad y la ética se fundamentan en las virtudes cristianas que forman una parte esencial de la tradición religiosa.
Las virtudes cristianas nos instan a tomar acción, motivándonos a ser mejores seres humanos y así cumplir con la voluntad divina. Estas nos dan sentido de pertenencia, seguridad y paz y nos permiten ser un ejemplo viviente para quienes nos rodean.
En conclusión, la virtud según la Biblia se refiere a la capacidad de distinguir correctamente lo bueno de lo malo y de interpretar y juzgar si una acción, actitud o cualidad es correcta o incorrecta. Las virtudes son herramientas divinas que nos permiten ser personas mejores y más felices.