Juzgar es una acción que realizamos a diario. Desde evaluar la calidad de la comida en un restaurante hasta decidir quien es culpable en un juicio. Pero, ¿qué significa juzgar según la Biblia? ¿Cómo debemos entender nuestra responsabilidad al juzgar a los demás?
El significado en la Biblia
La palabra “juzgar” en la Biblia toma un significado diferente al que le damos comúnmente en nuestra vida diaria. En lugar de simplemente evaluar o formar una opinión sobre algo, la Biblia se refiere a juzgar como discernir entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto.
En Mateo 7:1-5, Jesús llama a sus seguidores a no juzgar a los demás, sino a extender gracia y perdón. El mandato de Jesús de no juzgar a los demás es ampliamente citado. Pero el contexto del mandato es importante. Jesús nos pide que no juzguemos hipócritamente o con un espíritu crítico, sino que evaluemos con sabiduría y gracia.
Diferentes acciones o actitudes
La palabra “juzgar” puede referirse a diferentes acciones o actitudes. En algunos casos, debemos juzgar entre lo bueno y lo malo. En otros, no debemos juzgar o evaluar a los demás de manera injusta.
En Mateo 13:24-30, Jesús cuenta la parábola del trigo y la cizaña, en la que les dice a sus seguidores que dejen que ambos crezcan juntos y luego los separen al momento de la cosecha. Esto sugiere que hay momentos en los que debemos hacer juicios sobre lo que es bueno y lo que es dañino, y actuar en consecuencia. Pero, ¿cómo sabemos qué es lo bueno y lo malo?
La importancia de evaluar correctamente
La Biblia enseña que debemos evaluar a los demás de acuerdo a sus acciones y palabras, no a su apariencia. En Juan 7:24, Jesús ordena: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”.
Además, la Biblia claramente enseña que llamar a algo “mentira” es juzgar. Debemos ser cuidadosos en nuestras palabras y acciones cuando se trata de evaluar a los demás. No debemos juzgar a otros de manera injusta o con un espíritu crítico. En cambio, debemos hacerlo con un espíritu justo y amoroso.
El papel de Dios como juez
La Biblia dice que Dios es el único que puede juzgar correctamente. Él es el juez supremo y el único que sabe lo que es justo y verdadero. En Romanos 14:4, Pablo escribe: “¿Quién eres tú para juzgar a los siervos de otro? Para su propio amo están en pie o caen. Y estarán en pie, porque el Señor es capaz de sostenerlos”.
Si reconocemos que Dios es juez soberano, entonces nuestros juicios y evaluaciones deben ser humildes y reflexivos. No debemos juzgar a otros de manera imprudente. En lugar de ello, debemos confiar en la sabiduría y misericordia de Dios.
La evaluación en la práctica
Los cristianos que se oponen al pecado no están haciendo nada malo y pueden sufrir consecuencias negativas. No es fácil desafiar el pecado y exponer la verdad, especialmente en nuestra cultura actual.
Es importante distinguir entre juzgar a alguien en un sentido bíblico y simplemente formar una opinión o hacer una crítica constructiva. Jesús nos da permiso para distinguir el bien del mal, y ser líderes en nuestras comunidades.
No juzgar hipócritamente
En Mateo 7:1-5, Jesús pide a sus seguidores que no juzguen hipócritamente, sino que evalúen con sabiduría y gracia. En otras palabras, no debemos juzgar a los demás por sus fallas mientras ignoramos las nuestras. Debemos abordar nuestros propios pecados antes de intentar corregir a la gente alrededor de nosotros.
La Biblia también advierte sobre los peligros de juzgar injustamente o con un espíritu crítico a los demás. En Proverbios 21:2, se lee: “Cada camino del hombre es recto en su propia opinión, pero Jehová pesa los corazones”. Es fácil para nosotros ser engañados por nuestra propia opinión y perder la objetividad que necesitamos para evaluar justamente a los demás.
Reflexionando en nuestra tarea de juzgar
Juzgar es una acción que realizamos a diario, pero nuestra responsabilidad como cristianos es evaluar justamente a aquellos que nos rodean. Este es uno de los mandamientos de Jesús más importantes, y deberíamos tomárnoslo en serio.
Buscar la guía de Dios
Debemos buscar la guía de Dios en todas nuestras evaluaciones. Debemos orar para que Dios nos dé sabiduría y objetividad a medida que buscamos discernir entre lo bueno y lo malo. Debemos preguntarnos qué haría Jesús en nuestra situación y tratar de actuar de acuerdo con su ejemplo.
La evaluación bíblica es muy diferente de nuestra comprensión secular. Debemos evaluar con justicia, humildad y amor. Debemos ser cuidadosos en nuestras palabras y acciones cuando se trata de evaluar a los demás.
Un desafío presente
En la actualidad, el desafío para los cristianos es discernir cómo evaluar a los demás en un mundo cada vez más polarizado e intransigente. Necesitamos un enfoque que corresponda al Nuevo Testamento, una forma de evaluar que sea piadosa y esperanzadora, no simplemente restringida a nuestras propias ideas de lo correcto y lo incorrecto.
Debemos orar por la gracia y la sabiduría para evaluar correctamente y promover la justicia en nuestros hogares, iglesias y comunidades. Necesitamos un discernimiento sagrado para distinguir la verdad de la mentira y la luz de la oscuridad. Solo así podremos seguir el mandamiento de Jesús de evaluar a los demás con justicia y gracia.